Se han preguntado ¿Qué hacen
los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días?
En este ensayo les hablare de mi experiencia personal en este servicio
religioso y además veremos cómo se aplica el decálogo de la gestión a esta experiencia
única.
Cuando eres Misionero el
único interés que se tiene es el bienestar de las personas y es por eso que
cuando llegue a mi primer sector proselitista, lo primero que me platee
“Pensar en el lugar donde vamos a vivir” a que se refiere este primer punto, se
trata de poder proyectar una visión en el futuro, que por el esfuerzo,
disciplina, estudio, amor, etcétera, podría realizar cambio en las personas al
tener esta mira del futuro que quería para quienes enseñaría.
“Ley causa y efecto” este
punto es clave, como misionero solo tenía 19 años, en un país extranjero con
nuevas costumbres, comida, dialecto y otras muchas cosas nuevas que debía
aprender, me esforcé mucho en mi estudio personal de las escrituras y en poder
modular adecuadamente al enseñar, ya que nosotros los chilenos hablamos muy
rápido y en mis primeras clases no me entendían del todo bien, después de un
tiempo me hice entender y pude transmitir lo que quería, eso fue una alegría
tremenda y esto lo logre gracias a la perseverancia.
Al transcurrir los meses
crecí mucho, me había convertido en un buen maestro, podía reconocer las
necesidades de las personas y así poder enseñarles según sus necesidades, en
consecuencia de esto fui llamado a liderar, no es fácil liderar es una responsabilidad
grande, mi primer asignación fue Líder de distrito, el tener ese título ya
mencionado no me hiso líder enseguida, las circunstancias si lo hicieron, es
decir cuando los misioneros bajo mi cargo vivían experiencias difíciles entre
ellos o en sus áreas de proselitismo fue el momento, en el cual afloro mi
“liderazgo”. Gracias a las múltiples circunstancias, me convertí en un
misionero seguro, sabía que debían escuchar los otros para acelerar su trabajo
y así obtener mejores resultados cada vez más notorios, es cuando la
certidumbre fue mi herramienta más convincente a la hora de enfrentar pruebas.
El no caer en el orgullo en
estas circunstancias no es fácil, ya que me podía decir “Ya se enseñar, Ya
llego al corazón de las personas que enseño, Ya soy un líder en la misión”,
Pero no olvide que esta no era mi obra, sino la de Dios y que todos los
misioneros aportaban su grano de arena, es así que todos unidos, con humildad,
con amor, con sincero interés se siguieron logrando los objetivos, a esto se le
llama “Inteligencia Social”
Al transcurrir el tiempo me
dieron una nueva asignación que se llama líder de zona, ahora estaba a cargo
del doble de misioneros, de los cuales muchos tenían tiempo en el campo
misional, otros eran líderes y otros empezaban a caminar en este campo
proselitista, al tener mayor responsabilidad y poder seguir obteniendo
resultados desarrolle una “Observación estratégica” es decir junto con mi
compañero, cabe mencionar que en esta asignación tanto yo como mi compañero
éramos los líderes de Zona, en la otra asignación era solo yo el líder y mi
compañero estaba bajo mi liderazgo, volviendo al tema , nos sentamos y hablamos
de que para lograr buen resultados deberíamos preocuparos de la buena relación
entre compañero y así ellos enseñarían como uno solo, junto con esto
establecimos objetivos los cuales fuimos midiendo semanalmente y así fuimos
comprobando que al tener una mejor relación los compañerismo eran más eficaces
en sus enseñanzas.
Pero todo es color de rozas,
siempre hay problemas que parecen insolucionables, pero con “Residencia”
seguimos adelante y logre entender que después de la tormenta, llega la calma.
El “Sentido Común” debes
confiar y enseñar a utilizar el sentido común, mi presidente de misión en
reiteradas veces hablo de este, nos decía” ustedes son sus propios agentes” y
sé que es verdad, aunque alguien nos diga mil veces que hacer y no queremos
hacer algo, no lo haremos, pero si nos enseñan a sentir podremos utilizar el
sentido común y confiar en la asertividad de las decisiones.
Aprendí en la misión que
deben mostrarnos una estructura, una metodología de enseñanza en la cuál
podemos regirnos, además existen manuales inspirados en los que se encuentran respuestas.
Imagina que estás en una ciudad, en un país desconocido, y que tú deber fuera
predicar el evangelio, lo más probable es que el fracaso fuera la consecuencia
de esto… es por eso que los misioneros andan de dos en dos, siempre uno te
ayuda en la adaptación, además existen lideres que nos muestran el camino
y sin darte cuenta llegas a ser uno de ellos a corto tiempo.
D.C.
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